"El
maestro trata a sus alumnos uno a uno y les entrega pedazos de su vida. Es
cariñoso, pero sin empalagos. Sabe ser recio y exigente. Austero en la
expresión y en los gestos, se hace querer y respetar. Casi nunca levanta la
voz, pero si lo hace, todos comprenden que tiene razón. En ocasiones corrige
incluso con energía, pero no pierde los nervios ni descarga su mal humor en los
alumnos. Prefiere estimular, aplaudir los éxitos de quienes aprenden y fomentar
su autoestima, porque nada ayuda tanto para seguir mejorando como un elogio
justo.
El
maestro, acaba por ser amigo, no amiguete ni cómplice. Su auctoritas perdura
también cuando el discípulo ya vuela por su cuenta."
Citação do blog Pensar por libre
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